Critica

El crítico de arte D. Luis Hernandez del Pozo, miembro de número de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, publicó la siguiente critica del artista con motivo del XIII Salón de los Trece inaugurado en noviembre de 2006

«Guillermo Serrano es un hombre singular en estos tiempos de la especialización y la globalización en todas las facetas que conforman la actividad humana. Podríamos decir que es un hombre del Renacimiento, amante de las artes y las letras, de la pintura y todas las Bellas Artes, del ensayo y la poesía, de la técnica y la informática….

Nacido en Madrid en 1940, ha acumulado títulos y distinciones de todo orden: doctor Ingeniero Naval, Licenciado en Informática, autor de varios libros de ensayo entre los que habría que citar «El misterio del último retrato del Cardenal Borja» por la conexión que tiene con la pintura y por ser, posiblemente, una obra de Velázquez de propiedad particular y que necesita de nuevas luces para saber de una manera cierta la autoría del retrato del Cardenal que tanta influencia tuvo en el reinado de Felipe IV. Conversador agudo y penetrante, comunicador de sensaciones e ideas y buen artista del pincel con el que logra transmitir también toda esa carga de humanidad que este neo-renacentista lleva consigo.

La obra pictórica de Serrano de Entrambasaguas nace como los manantiales de agua pura, sin influencias ni lejanas ni próximas, con la fluidez de lo natural, de lo no preconcebido, de la inspiración a la que sólo la luz y el color van a poner límites. Estamos ante un artista del que podríamos decir es autor de una «sola obra», de una repetición del tema que bulle en su mente y que sale a la luz cada vez con más fuerza y más firmeza. Es más que posible que el espectador, ante los abstractos de Serrano, crea estar en presencia de algo que él ya ha visto antes, que no acierta a ver el dibujo soterrado bajo un piélago de colores fríos (con predominio de los azules), lo que nos parece un cielo sin nubes o un mar sin olas, pero que sin embargo te sumerge en la ingravidez de la obra que te ofrece mil puntos de vista para completar lo que el pintor ha querido realizar.

Si a estos colores, aparentemente planos, le añadimos unos toques de espátula que añaden los relieves precisos para seguir observando una obra de gran fuerza y de clara modernidad. Pintura abstracta sí, pero condicionada a unos recuerdos, a unas vivencias que sin querer afloran de los lienzos -generalmente de gran tamaño- en tímidas pinceladas anaranjadas o pajizas que son como la firma del autor en estos cuadros en los que el espectador siempre ve algo distinto.

Una muy interesante obra que nos hace comprender porqué Serrano ganó el Primer Premio Julio Quesada de la villa de Crevillente y por qué, en dos ocasiones que se ha presentado, ha sido finalista de los muy solicitados premios BMW, algo que en estos y en todos los tiempos, es muy difícil de conseguir.»